

Duerme el puma
Ejercicio de atribuciones desfasadas, Duerme el puma tiene la apariencia de un poemario, dada la versificación de lo escrito, pero su tono es el del apunte, su fibra la del cuaderno de notas. Versos epigramáticos, carentes de lirismo y con leve tendencia a la instrucción o exposición de lo aprehendido en el trance de vivir. Aunque, ojo, la voz también dice: “Nunca seré el maestro de nadie”. A veces la voz discurre sobre el sabor que evoca una palabra, las grosellas del jardín, o del recuerdo tornasolado de unas mujeres o del deseo de ser una de ellas.
Maximiliano Contreras / El diletante